1. Definición y clases de fraudes científicos
En un sentido amplio, se considera como fraude científico todas aquellas desviaciones del método científico y de las normas éticas relacionadas con la actividad científica, es decir, con el planteamiento, desarrollo y publicación de la investigación científica, siempre con intención de engañar. Se incluyen como fraude científico tanto las faltas graves delictivas, que perjudican al cuerpo del conocimiento científico, como los casos menores, más bien faltas deontológicas, relacionadas con las malas prácticas en el proceso de publicación de la ciencia.
Los fraudes graves más corrientes son: la fabricación de datos, cuando los autores se inventan todos o parte de los datos del estudio (ejemplos: 4, 7, 8), la falsificación, cuando se proporcionan datos falsos o modificados de los datos reales existentes a fin de obtener resultados más favorables a las hipótesis de partida (ejemplos: 3,6,11), y el plagio, que es la apropiación de ideas de otros investigadores, presentándolas como originales.
Entre los fraudes menores se podrían citar: la autoría ficticia, cuando se incluye como autor de un trabajo a alguien que no ha contribuido al desarrollo del mismo (autoría regalada u honoraria), la publicación duplicada o autoplagio, que consiste en la publicación total o parcial de un artículo ya publicado previamente en otra revista, por los mismos autores y generalmente con otro título, la publicación fragmentada, cuando un trabajo de cierta entidad se trocea para publicarlo como artículos independientes en diferentes revistas, la publicación inflada, cuando se añaden más datos a un artículo previamente publicado, mostrando las mismas conclusiones.
También se considera mala práctica científica la incorrección en las citas bibliográficas, cuando se omiten citas relevantes o se copian citas de otros artículos sin consultarlas, arrastrando los posibles errores que pudieran contener, y el exceso de autocitas.
Hay que mencionar también la negligencia científica, esto es, la desviación de las normas metodológicas de la ciencia, que da lugar a resultados erróneos pero obtenidos sin intención premeditada de defraudar. Suele estar relacionada con la publicidad de los resultados de la investigación, presentada prematuramente y de forma sensacionalista en los medios de comunicación, antes de su publicación en las revistas científicas que cuentan con evaluadores, es decir, antes de que los resultados sean avalados por la comunidad científica (ejemplo: 1).
Habría que considerar también otros tipos de fraudes científicos por su gran repercusión en la sociedad, estos son: la pseudociencia, y la ciencia patológica, ambas basadas en teorías y metodologías que carecen de fundamento científico, pero con un fuerte componente de pensamiento mágico y supersticioso. Uno de los fundamentos del soporte popular dado a la pseudociencia es, precisamente, la validación subjetiva de la misma. Ejemplos serían la existencia de platillos volantes, la máquina del movimiento continuo, la astrología, la medicina alternativa (homeopatía, quiropráctica, aromatoterapia, acupuntura, donde no se han demostrado por métodos científicos los posibles beneficios de tales prácticas), la percepción extrasensorial (telepatía, clarividencia, telekinesia), etc.
En el caso de la ciencia patológica o "ciencia de las cosas que no son", puede no haber intención de engañar, pero se transmiten resultados falsos considerados correctos sólo por efectos subjetivos, se podrían citar los rayos-N, los rayos mitogenéticos, el polyagua, etc.
Mención aparte merece la ciencia basada en creencias o intereses religiosos, cuando se consideran las creencias religiosas como evidencias científicas (ejemplos: 10, 12); caso de la Sábana Santa (ejemplo: 9), o de la ciencia de la creación, en contra de la teoría de la evolución, que intenta cambiar la biología para hacerla más acorde con la teología cristiana.
2. Motivos y causas del fraude científico
La ciencia se parece cada vez más a un negocio, por lo que el dinero tiene una gran influencia en el comportamiento científico, lo que puede haber propiciado la desviación del valor tradicional de la ciencia que es la búsqueda desinteresada de la verdad.
Además, el fraude científico se facilita tanto por la presión institucional ejercida hacia los científicos para conseguir ayudas y subvenciones, que se distribuyen principalmente para la investigación de excelencia, como por la excesiva competencia que les obliga a publicar mucho y siempre lo mejor, sin olvidar la presión personal para mejorar la carrera profesional y alcanzar el éxito. En las universidades más prestigiosas se dan con cierta frecuencia casos de fraude, precisamente donde la presión para publicar es mayor. Lo mismo ocurre entre los investigadores jóvenes en relación con los ya establecidos.
3. Fraudes científicos más frecuentes
A pesar de que el número de incidentes confirmados de mala conducta en ciencia es muy bajo comparado con la actividad científica total, la frecuencia puede ser mayor de la que se detecta. La falsificación de datos se considera el fraude más frecuente (40%), seguido de la fabricación (12%) y el plagio (5%).
El mayor porcentaje de fraude se aprecia en las ciencias biomédicas y relacionadas, como farmacología. Esto puede ser debido a las características particulares de estas disciplinas, en las que la variabilidad biológica (el hecho de que el mismo procedimiento llevado a cabo con dos organismos lo más idénticos posible, no llevará a los mismos resultados), puede proporcionar cierta cobertura para el fraude (ejemplo: 3). Además, surgen problemas de propiedad intelectual (patentes), sobre todo en la industria farmacéutica, donde se pone en juego gran cantidad de dinero (ejemplo: 2).
En el campo de la física es más difícil hacer prosperar el fraude debido a la facilidad de replicar los experimentos. Además, en las grandes instalaciones ("big science") suele haber cientos de científicos trabajando en el mismo proyecto, lo que también puede frenar las malas prácticas científicas. No obstante se han detectado casos (ejemplo: 13)
4. Como evitar el fraude científico
La ciencia tiene la capacidad de auto corregirse, en el sentido de que cualquier falsedad introducida en el cuerpo del conocimiento científico será descubierta y rechazada; sin embargo, los experimentos en ciencia raramente son repetidos por otros científicos, así que se necesitan medidas activas de protección contra el fraude científico.
El procedimiento más utilizado para detectar el fraude es la evaluación de los artículos antes de su publicación, por medio de "peer review". Sin embargo, este método no siempre es eficaz, y pueden pasar desapercibidos fraudes evidentes (ejemplos: 5, 10, 12). Los centros de investigación disponen de otros procedimientos para evitar el fraude, como el control sistemático de los experimentos registrados en los diarios de laboratorios, los escrutinios frecuentes del trabajo que se va realizando, etc. Las agencias financiadoras podrían imponer sanciones a los defraudadores y reducir las exigencias de promoción de los científicos, para disminuir la presión de publicar cuanto antes y mucho. Los estados podrían implantar programas educativos en las universidades que ayuden a fomentar la integridad ética de los investigadores.
En algunos países se han creado organismos para controlar el fraude, como el Office for Research Integrity (ORI), desde 1989, perteneciente al National Institute of Health, de EEUU. También en Alemania se creó en 1998 la Agencia Alemana de Investigación contra el Fraude (DFG). Muchas universidades en EEUU tienen un departamento que se encarga básicamente de detectar la mala conducta en ciencia.
5. Casos
Existe gran cantidad de bibliografía dedicada a las malas prácticas científicas. A continuación se exponen brevemente, a modo de ejemplos, algunos casos de mala conducta y fraude científico.
1. - Fusión fría. En 1990, Stanley Pons y Martin Fleischmann de la Universidad de Utah EEUU, no siguieron las normas comúnmente aceptadas de presentación científica. Las conclusiones de los experimentos de fusión fría fueron anunciadas en los medios de comunicación para reclamar la prioridad del descubrimiento, después de que la revista Nature rechazara el trabajo por considerar que no contenía suficientes detalles de los experimentos. La presentación pública evitó que los paneles de expertos pudieran comprobar los métodos utilizados y los resultados obtenidos.
2. - Robert Gallo, del National Cancer Institute, de Bethesda, EEUU, reclamó en 1984 la prioridad del descubrimiento del virus del SIDA y del test para detectar la enfermedad, para ganar notoriedad y prestigio, y, sobre todo, derechos por la patente. Esto le llevó a enfrentarse legalmente a Luc Montagnier, del Instituto Pasteur de París, quién demostró la verdadera paternidad del descubrimiento. Este caso fue objeto de fuerte polémica porque, al tratarse de investigaciones similares y paralelas llevadas a cabo simultáneamente, no resultó fácil aclarar la autoría de los descubrimientos.
3. - David Baltimore, Premio Nóbel de Biología, y ex presidente de Rockefeller University de EEUU, defendió, durante un largo proceso (1986-1991), el trabajo de su coautor quién falsificó sistemáticamente datos en un proyecto epidemiológico sobre SIDA, que fue presentado a la revista Cell.
4. - Jan Hendrik Schön, físico, trabajó en nanoelectrónica en los laboratorios Bell, de New Jersey, EEUU. Con 32 años logró 80 publicaciones en Science y Nature, cuyos resultados fueron imposibles de reproducir por otros investigadores. Se comprobó que el científico inventó o alteró datos en sus resultados por lo menos 16 veces entre 1998 y 2001.
5. - Alan Sokal, profesor de física de la New York Univesity, EEUU, publicó en 1996, en la revista Social Text, un texto completamente ininteligible y sin sentido, sobre mecanismos cuánticos y su conexión con el post-modernismo, origen de su libro sobre imposturas intelectuales. Pretendía poner en evidencia la falta de mecanismos de control en la citada revista.
6. - Friedhelm Herrmann y Marion Brach, trabajaron juntos desde 1990 en investigación contra el cáncer en el Max Delbrück Centre for Molecular Medicine de Berlín. Según una investigación del DFG (Agencia Alemana de Investigación contra el Fraude), llevada a cabo en 2000, se demostró que, al menos en 94 artículos, éstos investigadores manipularon y falsearon los datos.
7. - John Darse, especialista en cardiología de la Universidad de Harvard, EEUU, escribió cerca de 118 artículos entre los años 1980 y 1982, con la mayoría de los datos inventados. La Universidad ignoró el fraude y sólo tomó acciones contra él después de una denuncia del National Institute of Health.
8. - Andrew Wakefield, médico del International Child Development Resource Centre, de Londres, publicó en 1998 en Lancet un estudio que vinculaba la vacuna trivírica (sarampión, paperas y rubéola), con casos de autismo. Esto se demostró falso, cuando en 2004 se comprobó que el autor del estudio había cobrado 55.000 libras de una institución que quería querellarse contra los laboratorios que fabrican esas vacunas.
9. - El fraude de la Sábana Santa. En 1978, Juan José Benitez, periodista español, afirmó, siendo falso, que la NASA había aportado pruebas científicas que demostraban suficientemente el principal dogma de la Iglesia católica; la resurrección de Jesucristo. En 1988 la prueba del carbono 14, realizada simultáneamente en tres prestigiosos laboratorios, puso las cosas en su sitio y determinó el origen medieval del lienzo (siglo XIV), lo que echaba por tierra uno de los montajes más rentables de los años 70-80.
10.- Antonio Arnaiz Villena, jefe de inmunología del hospital 12 de Octubre de Madrid, escribió en Human Immunology, un artículo que fue retirado de la revista inmediatamente después de publicado, mediante una carta del editor rechazando el trabajo porque no tenía ningún valor científico. Demostraba que los palestinos tienen una fuerte correspondencia genética con los judíos y otros pueblos de oriente medio. Las citas que ofrece como fuentes para apoyar su teoría son casi todas autocitas, o citas de la Biblia, o de otras fuentes sin ningún valor científico. Este artículo pasó los filtros de evaluación de la revista.
11. - La multinacional farmacéutica Merck fue denunciada por fraude científico por Josep Laporte catedrático de Farmacología Clínica de la Universidad Autónoma de Barcelona y jefe de Farmacología del Hospital Valle de Hebrón, en relación con dos medicamentos antiinflamatorios producidos por dicha multinacional. Laporte publicó, en 2003, un artículo en el que confirmaba científicamente los riesgos de toxicidad de dichos productos. Se enfrenta actualmente a una demanda planteada por la multinacional.
12. - Baltasar Rodríguez Salinas, catedrático jubilado de Análisis Matemático de la Universidad Complutense de Madrid, escribió un artículo, en 2003, en la revista de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de España, en el que prueba mediante formulación matemática la existencia de Dios y compara los resultados con los cinco argumentos de la Summa Teológica que aluden a la divinidad. Una evaluación posterior del artículo concluye que todo es pura fantasía, impregnada de mística cristiana.
13. - En 1999, investigadores del laboratorio Lawrence Berkeley National Laboratory, de EEUU, publicaron en New Scientist el descubrimiento del elemento 118 (el átomo más pesado conocido hasta entonces). Más tarde, varios grupos de investigadores alemanes y japoneses intentaron replicar el experimento y fracasaron. Se descubrió que uno de los 15 científicos que formaban parte del proyecto inicial fabricó los datos iniciales. |
1 comentario:
¿¿la sabana sanata es un fraude??_ no es que sepa mucho pero casi todas las pruebas me convencieron de que era genuino...
el fraude en la ciencia deberia ser delito...eso es como atentar contra la humanidad_claro que el fraude es malo en casi todas las profesiones
SanTiago desde el CuarTel General
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